Justo cuando nos encontramos en plena primavera, los síntomas de la alergia son muy comunes. Cada vez hay más personas que padecen algún tipo de alergia que se agrava cuando llega esta época del año. Al conducir no necesitas ningún tipo de distracción, por eso los filtros antipolen se convierten en un artículo imprescindible en tu vehículo.
Los filtros antipolen se encargan de evitar que el aire que entra en el coche esté cargado de impurezas como: polvo, polen, cenizas, humo o cualquier otro tipo de partículas que sean perjudiciales para los pasajeros. Es decir, son los responsables de hacer que el aire que entra sea respirable. Para conocer más sobre la importancia de los filtros antipolen, te lo contamos en Autolunas Carabanchel.
Por qué debemos usar filtros antipolen
En la actualidad, los fabricantes de coches incorporan una serie de elementos filtrantes. Son aquellos destinados a hacer que la vida del motor sea más útil y dure más. Pero también cuentan con otros como los filtros antipolen que ayudan a que los ocupantes respiren aire limpio en el interior. Se fabrican con materiales filtrantes de una mayor densidad que impiden el paso de las partículas.
Son esenciales para personas alérgicas, asmáticas, niños pequeños y personas mayores. Proporcionan una limpieza y comodidad en el interior del vehículo, respirando un aire más puro. El buen mantenimiento de los filtros antipolen resultará una inversión saludable que evita que entren partículas nocivas para la salud. Pero no solo eso, también es importante para la seguridad vial ya que proporciona confort durante la conducción. Protege el sistema de ventilación de manera que evitará que se empañen las lunas más fácilmente al proporcionar un nivel de concentración mayor para el conductor.
El filtro no va a influir en el funcionamiento del motor, ni tampoco en su rendimiento. De cara al verano, es cuando usamos más tiempo el sistema de aire acondicionado, y normalmente cunado se intensifica el funcionamiento de los filtros antipolen. Ten en cuenta que hay que sustituirlo al menos una vez al año o entre los 15.000 y 25.000 kilómetros. Aunque dependerá de la zona por donde circulemos de manera habitual.